Historias y mitos Nahuas hablan de Quetzalcóatl. Quetzalcóatl (siglo IX a. C) a los veintitantos años de edad fue buscado por las gentes de Tula para que viniera ser su gobernante y guía. Edificó en Tula cuatro grandes palacios. Desde ellos comenzó a gobernar a los Toltecas, enseñándoles artes que él mismo había aprendido y sobre todo las doctrinas religiosas a que había llegado en sus meditaciones. Su pensamiento, iba a dar sentido a una más antigua visión del mundo, preservada en la simbología y en varios mitos comunes a distintos pueblos de Mesoamérica.
En los mitos aparece el mundo como una gran isla dividida horizontalmente en cuatro grandes cuadrantes o rumbos, más allá de los cuales sólo existen las aguas inmensas. Esos cuatro rumbos convergen en el ombligo de la tierra e implican cada uno enjambres de símbolos. Debajo de la tierra se encuentran los pisos inferiores, los caminos que deben cruzar los que mueren.
El mundo, lleno de dioses y fuerzas invisibles. Los dioses creadores habían sostenido entre sí las grandes luchas cósmicas descritas en los mitos. El período de predominio de cada uno de esos dioses había sido una edad del mundo, o un sol, como lo llamaban los pueblos prehispánicos.
Quetzalcóatl concibió a la Divinidad como un ser uno y dual a la vez que, engendrando y concibiendo, había dado origen y realidad a todo cuanto existe. Dualidad, es concebido con un rostro masculina y al mismo tiempo con una fisonomía femenina. Él es también dueño de la cercanía y la proximidad, el que en todas partes ejerce su acción.
Quetzalcóatl insistía en que el supremo dios dual era el creador de todo cuanto existe y el responsable de los destinos del hombre. El hombre podía llegar al país de la luz consagrándose en la tierra, imitando la sabiduría del dios dual, entregándose en pequeño a la acción que engendra y concibe. Imitando la actividad del dios dual hasta encontrar en lo que hoy llamamos arte un primer sentido para la existencia del hombre en la tierra. Estas ideas, atribuidas a los toltecas, fueron herencia de los pueblos nahuas posteriores. El pensamiento Náhuatl acerca del mundo, Dios y el hombre permiten afirmar que llegaría a florecer una cierta forma de discurrir filosófico, de considerable interés.
Los sabios nahuas buscan, ante la realidad del sufrimiento, y la urgencia una de encontrar una explicación a su vida y a sus obras amenazadas por el anunciado fin del Sol, que pondrá término a todo lo existente. Parecido a lo que creemos lo cristianos. El destino del hombre después de la muerte aparece incierto. Similar a la doctrina de los cristianos que después de muerto irá un lugar de condenación o premio. La arqueología ha logrado establecer la existencia de sistemas calendáricos. El calendario entre los mayas como entre los nahuas y otros varios pueblos era la espina dorsal que les permitía moverse, actuar y pensar dentro del tiempo. El calendario ocupo siempre el lugar principalísimo y casi diríamos omnipresente. El calendario regia su vida social y religiosa. El calendario es de gran importancia para la comprensión del pensamiento Náhuatl sin excluir las que en otras culturas han recibido el nombre de filosofía. Los principales elementos, símbolos y aun concepciones que constituía el núcleo del pensamiento ( mundo, divinidad y el hombre ) de aquel sabio Quetzalcóatl del pueblo Tolteca. Son la raíz de lo que más tarde habría de creerse y pensarse en el ámbito del mundo Náhautl.
En los mitos aparece el mundo como una gran isla dividida horizontalmente en cuatro grandes cuadrantes o rumbos, más allá de los cuales sólo existen las aguas inmensas. Esos cuatro rumbos convergen en el ombligo de la tierra e implican cada uno enjambres de símbolos. Debajo de la tierra se encuentran los pisos inferiores, los caminos que deben cruzar los que mueren.
El mundo, lleno de dioses y fuerzas invisibles. Los dioses creadores habían sostenido entre sí las grandes luchas cósmicas descritas en los mitos. El período de predominio de cada uno de esos dioses había sido una edad del mundo, o un sol, como lo llamaban los pueblos prehispánicos.
Quetzalcóatl concibió a la Divinidad como un ser uno y dual a la vez que, engendrando y concibiendo, había dado origen y realidad a todo cuanto existe. Dualidad, es concebido con un rostro masculina y al mismo tiempo con una fisonomía femenina. Él es también dueño de la cercanía y la proximidad, el que en todas partes ejerce su acción.
Quetzalcóatl insistía en que el supremo dios dual era el creador de todo cuanto existe y el responsable de los destinos del hombre. El hombre podía llegar al país de la luz consagrándose en la tierra, imitando la sabiduría del dios dual, entregándose en pequeño a la acción que engendra y concibe. Imitando la actividad del dios dual hasta encontrar en lo que hoy llamamos arte un primer sentido para la existencia del hombre en la tierra. Estas ideas, atribuidas a los toltecas, fueron herencia de los pueblos nahuas posteriores. El pensamiento Náhuatl acerca del mundo, Dios y el hombre permiten afirmar que llegaría a florecer una cierta forma de discurrir filosófico, de considerable interés.
Los sabios nahuas buscan, ante la realidad del sufrimiento, y la urgencia una de encontrar una explicación a su vida y a sus obras amenazadas por el anunciado fin del Sol, que pondrá término a todo lo existente. Parecido a lo que creemos lo cristianos. El destino del hombre después de la muerte aparece incierto. Similar a la doctrina de los cristianos que después de muerto irá un lugar de condenación o premio. La arqueología ha logrado establecer la existencia de sistemas calendáricos. El calendario entre los mayas como entre los nahuas y otros varios pueblos era la espina dorsal que les permitía moverse, actuar y pensar dentro del tiempo. El calendario ocupo siempre el lugar principalísimo y casi diríamos omnipresente. El calendario regia su vida social y religiosa. El calendario es de gran importancia para la comprensión del pensamiento Náhuatl sin excluir las que en otras culturas han recibido el nombre de filosofía. Los principales elementos, símbolos y aun concepciones que constituía el núcleo del pensamiento ( mundo, divinidad y el hombre ) de aquel sabio Quetzalcóatl del pueblo Tolteca. Son la raíz de lo que más tarde habría de creerse y pensarse en el ámbito del mundo Náhautl.
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