El alma, inmortal como es, está sometida a la metempsicosis o reencarnación. Platón toma esta concepción del orfismo pero la desarrolla de formas originales. Trata el tema en el Fedón y en la Politeia.
En el Fedón. Platón plantea que las almas se acostumbran de alguna manera a habitar el cuerpo. Cuando el cuerpo muere las almas vagan por los cementerios hasta que, impelidos por el deseo de lo corpóreo, se reencarnan en otro cuerpo humano o animal. Si el alma ha sido virtuosa en vida podrá optar a reencarnarse en el cuerpo de un animal manso o en el de una persona justa.
En la Politeia. Platón plantea que hay un número limitado de almas y que si todas recibieran castigo o premio eterno la Tierra quedaría vacío de ellas. Supone un máximo de cien años de vida para los cuerpos y una existencia ultraterrena diez veces superior para las almas. Es decir, mil años.[1] Tras ese periodo las almas volverán a reencarnarse.

En la Politeia. Platón plantea que hay un número limitado de almas y que si todas recibieran castigo o premio eterno la Tierra quedaría vacío de ellas. Supone un máximo de cien años de vida para los cuerpos y una existencia ultraterrena diez veces superior para las almas. Es decir, mil años.[1] Tras ese periodo las almas volverán a reencarnarse.
Comentarios
Publicar un comentario